miércoles, 18 de julio de 2012

PASEO POR LA ENFERMERÍA, LOS PETROGLIFOS Y ALGUNA COSA MÁS

Guiado y comentado por la asociación ALBIRKA. 14 JULIO 2012 Dentro del PLAN DE ATRACCIÓN TURÍSTICA, promovido por el Ayuntamiento de Pelayos de la Presa, la Asociación Albirka, hemos guiado y comentado este paseo por La Enfermería, los Petroglifos y el Risco de La Mora. El día acompañaba con una ligera brisa que no nos abandonó en todo el recorrido. El agua y las pulguitas del Restaurante El Huerto nos acompañaron. Partimos de la Plaza del Ayuntamiento, recordando aquellos viejos tiempos en que la centralita telefónica estaba rodeada de cables y para pedir una conferencia, a veces, era necesario pedir la vez. Primera parada en la Estación del Ferrocarril, casi el único edificio industrial de ladrillo que se conserva. Este ferrocarril surgió de la necesidad de los militares de poseer una explotación ferroviaria propia para realizar en ella prácticas reales. Y también de dar salida comercial a todos los productos hortofrutícolas del Valle del Tiétar Su recorrido debía discurrir desde Madrid a Almorox, con un ramal por este valle. Nunca fue en sí ni un tren de viajeros, ni casi un tren, aunque siempre mantuvo hasta su fallecimiento en su puesto de trabajo al Jefe de Estación. Entre el trazado, la llegada de la República (¡siempre la República¡) y alguna cosa más, nunca echó a andar, aunque algún que otro vagón de madera desvencijado convivió entre los habitantes de la zona durante mucho tiempo. Hoy este trazado, en parte, es una vía verde. Comenzamos el suave ascenso hacia el monte de la Enfermería, que aun hoy sigue curando almas al igual que lo hizo en tiempos de los monjes del monasterio. Sus promotores –es decir, los monjes-, lo utilizaban para sanar cuerpos y almas y gracias a esta misión impidieron la tala de pastos y sembrados. Esta zona ya estuvo poblada en tiempos de Alfonso VIII, por pequeños eremitorios, diseminados por este valle de las siete iglesias en la falda del monte San Esteban. Uno de ellos, el de San Pelayo, dió origen a este pueblo. Corría el año 1205. Llegamos al Llano de Liqueron que nos adentra en el círculo pinar, y ya no perdemos de vista en todo el recorrido los lanchares graníticos, salpicado el camino por esparragueras. Segunda parada y chupito de agua. El llano se va complicando y las moles graníticas aparecen como guardianes del tiempo. Y protegidos del viento surgen los petroglifos del Llano del Liquerón que fueron descubiertos en 1989 dentro de un Plan Arqueológico de la Comunidad de Madrid. Fueron pintadas por tribus seminómadas que cazaban por la zona hace unos 3.800 o 4.000 años. Están situadas en un lugar magnífico divisando todo el valle y servían de punto de vigía para aquellos cazadores. Contaban el paso de los animales e informaban a otros sobre como aprovechar mejor los recursos. El descenso desde los Petroglifos se realiza un poco mejor que el ascenso y nos adentramos en una planicie sonriente llamada Casa Quemada y desde este lugar se divisa la atalaya: El Risco de la Mora, con su lógica leyenda de doncella mora raptada por un guerrero cristiano. El final ya se sabe… Aunque doncella y guerrero nunca pudieron ver la espléndida vista del Pantano de San Juan que desde allí se contempla. Las aguas del Alberche comenzaron su embalsamiento en 1949 . A finales de los sesenta, el Pantano de San Juan, además de su función de obtención de energía eléctrica, fue el motor que impulsó turísticamente una zona muy cercana a Madrid que carecía de mar. Se le llamó La Playa de Madrid. De ahí surgió en Pelayos de la Presa la primera colonia de veraneantes: Los Lanchares. Corrían los comienzos de los sesenta. Los bocatas amenazan y con el Cofio, la presa, sol y brisa almorzamos entre charla e intercambio de emails. El agua se termina. A la bajada en torno a un pino, no un pino cualquiera sino un buen ejemplar ,todos nos hacemos una foto en recuerdo del día, para colgar en nuestro blog. La bajada ya suave la vamos haciendo y la comida nos espera. Por la noche y, como colofón de nuestra excursión mañanera, música en el monasterio de Santa María Real de Valdeiglesias. Con el emocionado recuerdo de Mariano García Benito, dentro del ciclo Clásicos de Verano de la Comunidad de Madrid, asistimos a un concierto de Quatuor Europa. Este cuarteto nos envuelve entre las piedras seculares del Cister ,con la cabeza de San Bernardo en su sitio y alguno de nosotros mirando hacia las estrellas, pues no hay cielo mejor en muchos kilómetros a la redonda que el pelayero. Nuria, Alexander, Amparo, Rocío, Mariano y Jesús se unieron a esta familia que ya es Albirka. 17 Julio 2012

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